
Llega un momento en la vida que frenas en seco y, de repente, ¡tienes 44 años (casi 45, ejem)!. Los últimos 20 han pasado muy rápido, mejor dicho, ¡volando!. Durante toda la infancia de mi hijo no tuve más que tiempo para llevarlo al cole, trabajar, recogerlo del cole, hacer la compra, la comida, comprar…